A la sombra de un mes transcurrido desde la desgarradora masacre que cobró la vida de once jóvenes en Salvatierra, Guanajuato, una marea de familiares y amigos, envueltos en vestiduras blancas y sosteniendo globos del mismo tono como símbolo de paz, inundaron nuevamente las calles. Esta, la segunda marcha, no buscaba sino la justicia que había permanecido esquiva en los días que se sucedieron a aquel fatídico evento.
En la penumbra de la noche del domingo 17 de diciembre de 2023, la exhacienda San José Del Carmen, lugar de alegría y festividad en una posada navideña, se vio empañada por la llegada siniestra de hombres armados que desataron un torbellino de balas sobre los jóvenes congregados. Dos días después, la Fiscalía de Guanajuato, aunque reacia a desvelar detalles, insinuó que los agresores, una vez expulsados de la celebración, retornaron con refuerzos para ejecutar su violento plan.
La fiscalía compartió una sombría versión: once jóvenes, dos mujeres y nueve hombres, sucumbieron ante la violencia, mientras otros catorce quedaron heridos y siete vehículos ardieron en llamas. En el campo de la tragedia, las autoridades recogieron 195 balas de siete armas de grueso calibre, una macabra sinfonía que resuena en la memoria colectiva.
El martes 19 de diciembre de 2023, el fiscal regional Navigio Agustín Gallardo Romero, escenificó un relato de terror al vincular la masacre a una célula del Cártel de Santa Rosa de Lima, sumido en una encarnizada disputa territorial con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Desde aquel día hasta el 19 de enero de 2024, la información sobre este sangriento suceso ha permanecido encapsulada en el silencio impenetrable de las autoridades.
En este desolador vacío de respuestas, los familiares y amigos de las víctimas, con corazones afligidos pero determinados, decidieron tomar las calles nuevamente. La segunda marcha, aún más llena de exigencias, se desarrolló en un sobrecogedor silencio. Ataviados de blanco, llevando velas encendidas y globos que danzaban con la brisa, marcharon desde el Jardín Principal de Salvatierra hasta la calle Ignacio Zaragoza.
Al llegar a la fuente de los perros, un lugar que antes emanaba serenidad, los asistentes dispusieron las veladoras y las fotografías de los jóvenes caídos. Formaron un círculo alrededor de la fuente, entrelazaron sus manos en una muestra de solidaridad, y elevaron plegarias por el eterno descanso de sus seres queridos. Al concluir, un minuto de aplausos resonó en la noche, un tributo silencioso que reverberó en las almas de quienes marchaban, marcando así un capítulo sombrío en la historia del Pueblo Mágico de Salvatierra.
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